4.10.06

Dos

- ¡MR! ¿Te has enterado ya?

MR, líder del PP, el partido autodenominado de centroderecha que en ese momento ejercía el siempre ingrato papel de la oposición, optó por reaccionar con su peculiar sentido del humor:

- ¿Qué pasa, Z ha salido por fin del armario?
- Me acaban de llamar de Mallorca, MR: ¡se han cargado al Rey!
- ¿Cómo que se han cargado al Rey?
- ¡Que le han matado! Un atentado, un disparo, creo, en el puerto. ¡Han matado al Rey!
- ¡No me jodas! – MR se quedó con la boca abierta de par en par y el teléfono en la mano, con cientos de pensamientos acudiendo a su mente al mismo tiempo. ¡Matar al Rey! ¡Imposible!
- Todavía no se sabe a ciencia cierta, pero tienen que haber sido los de ETA.
- ¡Que nadie diga una palabra de eso! No nos vayamos a pillar otra vez los dedos. Llama a todo el mundo, los quiero a todos en Génova en media hora, ¡hay que reaccionar!

Necesitó unos segundos para asimilar lo que acababa de escuchar. Sin ser amigos, el Rey de España era una persona que siempre le había caído bien, además de todo lo que representaba como personaje político e institucional. Por un instante pensó en la familia del asesinado, en el príncipe Felipe, que ahora sería Rey, y una tras otra las consecuencias de aquella noticia intentaron hacerse un hueco en su mente. Sacudió la cabeza y corrió a su dormitorio llamando a voces a su mujer para que le ayudara con el traje. Negro, por supuesto. Toda España estaría de luto en cuanto corriera la noticia.

Treinta y cinco minutos más tarde el coche oficial le dejaba frente a la sede central del partido en la calle Génova de Madrid. Era sábado, uno de los escasos sábados sin agenda, un día libre, pero todo eso había desaparecido en el instante en el que le habían llamado por teléfono. Frente al edificio, pudo ver que ya había algunas personas reunidas en pequeños grupos, hablando del tema, horrorizados. Le miraron con respeto al pasar, quizá conscientes de que le esperaba mucho trabajo.

De camino a la sala de reuniones se encontró con su asistente personal, que le informó mientras caminaba de los todavía escasos detalles conocidos del suceso: habían matado al Rey mientras subía a su velero en el puerto de Mallorca, de un disparo de larga distancia; no había otras víctimas, y tampoco había detenidos, ni siquiera pistas claras sobre la autoría del magnicidio, aunque todas las sospechas apuntaban a ETA.

- ¿Nada más?
- Apenas hace una hora, no tenemos nada más.
- ¿Alguna declaración del Gobierno, la Casa Real, algo en las noticias?
- Hace cinco minutos han empezado los cortes en televisión y radio para anunciarlo, aunque tienen tan poca información como nosotros. Han tardado tanto en empezar porque todos han pedido autorización a la Casa Real antes de emitir nada.
- ¿Y les han autorizado?
- No, pero han tardado tanto en contestar que los medios lo han interpretado como una luz verde. Por ahora sin declaraciones del Gobierno ni de nadie del PSOE.
- Eso es bueno. ¿Tenemos a alguien de la prensa aquí?
- Están todos los que importan, Mariano, esperando a que les contemos lo que ha ocurrido.
- Asegúrate de que me vea alguien de imagen, tengo algunas dudas sobre como actuar…
- Te están esperando con los demás.
- Bien, bien.

Cuando entró en la gran sala de reuniones la mayoría estaban allí. La flor y nata del partido, muchas caras públicas y otras anónimas, todos brillantes en su trabajo, el mejor equipo que se podía desear, la mayoría amigos personales suyos. No le habían esperado para empezar a trabajar. La mayoría estaban al teléfono, tirando de los hilos del poder, recogiendo información. Un par de pequeños grupos discutían la forma en que el partido debía reaccionar, qué medidas adoptar. Rajoy se acercó a ellos.

- ¿Cómo está la cosa?
- Esto es muy fuerte, MR.
- Si lo enfocamos bien, podemos usarlos de punto de apoyo para sacar a Z de la Moncloa.
- Hay que pensarlo todo muy bien antes de hacer nada, ¿estamos? – Les apremió MR. – Sobre todo, quiero una absoluta coordinación y consenso, nada de declaraciones por sorpresa ni movimientos extraños. Haced correr la consigna, todos calladitos hasta que les demos instrucciones.
- En Baleares están nerviosos, tienen a la prensa metida hasta los calzoncillos.
- Calladitos hasta que tengamos la estrategia clara.

De repente uno de los hombres que hablaba por teléfono apartó el terminal de la oreja y poniendo una mano encima del auricular anunció a los demás que habían encontrado el arma homicida, un fusil de precisión, dentro de un pequeño velero. La policía estaba investigando el arma y el barco, aunque todavía no había nada.

- ¡Atención todo el mundo, por favor! – Gritó MR después del anuncio de su colega. Tras unos segundos, todos interrumpieron sus conversaciones, algunos reteniendo las llamadas, otros colgando y acercándose a la mesa. – Quiero coordinación. Traed a todo el que haga falta, disponed de los recursos que sean necesarios, pero tenemos que jugar este balón como si fuera el último. ¿De acuerdo? Que alguien me ponga con la Casa Real, con alguien de la familia, no con un mindundi, tenemos que darles el pésame. Y que alguien contacte con el Gobierno y les ofrezca colaboración y toda la pesca, a ver si saben algo que nosotros no sepamos. ¿Quién me prepara el discurso para la prensa? ¡Necesitamos algo para ya!

La habitación entera pareció vibrar con la nueva inyección de energía del presidente del partido, y poco a poco fueron llegando nuevos colaboradores que rápidamente asumían su parte del trabajo. La maquinaria estaba en marcha, y era una maquinaria potente y bien engrasada que sabía cómo funcionar. En menos de quince minutos los principales contactos se habían realizado y los chicos de la prensa se agolpaban en la sala de conferencias del PP. Los asesores de imagen le habían obligado a cambiarse la camisa y la corbata, aunque habían aprobado el traje, un modelo austero y casi nuevo que había estrenado precisamente para el entierro de un compañero del partido asesinado por los terroristas vascos, un par de años atrás.

La rueda de prensa fue breve, ya que todavía no tenían información suficiente para ir muy lejos. MR se limitó a dar un sentido pésame a la familia Real y a todos los españoles por tan terrible drama; condenar con la máxima severidad a los autores del asesinato, “fueran quienes fueran”; y aprovechó para ofrecer una completa colaboración con el gobierno, “en un momento en que su estrategia antiterrorista había demostrado, de la peor forma imaginable, su absoluta ineficacia”. No se aceptaron preguntas, y al volver a la zona segura los asesores le mostraron los pulgares alzados en señal de aprobación: una interpretación perfecta. Además habían salido en directo en casi todos los canales, y antes que nadie del mismísimo gobierno. ¡Uno a cero para la oposición!